Yo no soy un gran fan de la piña en platos salados (y muchísimo menos en una pizza), pero probé una salsa muy parecida en el grandísimo restaurante Pujol de México DF y me gustó tanto que decidí hacer algo con ella.
La salsa de piña va caramelizada con mantequilla y con la ayuda de un poquitín de bicarbonato siguiendo el mismo proceso que en la crema de zanahoria y luego triturada y aderezada con un poco de lima y sal.
Luego un poco de pescado pasado brevemente por la plancha, unas gotitas de aceite picante, unas hojas de menta y ya está. Sin misterios y sin grandes complicaciones.
La próxima vez tendré que emulsionarla con algo de goma xantana porque quedó cortada.