Siguiendo con los posts de las cocciones al vacío, ahora llega el turno al rabo de toro, una carne muy dura, con muchísimo colágeno que necesita una cocción muy prolongada para gelificarla y que quede tierna, tanto que hasta que no llegó a las 100 horas no quedó tierna. Claro que a mayor temperatura, menor tiempo de cocción. Probablemente a 70º necesitaría unas 48 horas.
Igual que hice con el oso bucco, la salsa está hecha con otro rabo de toro que preparé en olla a presión de la siguiente manera:
- Toda la carne (la del guiso y la que cocí al vacío) va dorada, desglasando la olla cada tanda (y reservando esos jugos para el caldo)
- Y luego cocida a presión durante hora y media con:
- Las piezas más pequeñas del rabo
- El caldo obtenido de desglasar la olla,
- Un par de zanahorias,
- Una hoja de laurel,
- Una cebolla,
- 2 dientes de ajo,
- Un vaso de oporto,
- Medio vaso de Fino de Jerez (seco),
- Una pieza de anís estrellado,
- Pimienta,
- Un chorrito de salsa de soja
- Y un poquito de sal.
El jugo va colado y reducido hasta obtener consistencia de salsa (más o menos a una décima parte).
Y la carne, claro, no se tira, se guarda para otro platillo.
Las piezas de rabo seleccionadas para cocinar al vacío (las más grandes y vistosas), van envasadas con un poco de la salsa.
Y luego lo serví con verduritas cocidas en un poco de agua, sal y mantequilla: patata, okra, y zanahoria.
Esta es la carne cocida en olla a presión; y no quedó mal, no estaba seca, sólo con la textura habitual.
De lo melosa que estaba, la carne se separaba del hueso.
Frente a otras piezas cocidas al vacío, en este caso, aunque la cocinada a 60º estaba espectacular, no podría decir que una sea mejor que la otra, también me encanta la textura habitual del rabo, increíblemente meloso. La cocida a baja temperatura quedó, probablemente más tierna, pero menos gelationa, salvo por la salsa, no se te «pegaban» los labios al comerla.
Y no puede haber dos cocciones más diferentes, una a 60º y la otra, a 120º