Estoy fascinado por su sabor y su aroma, cada vez que lo uso en la cocina mis dedos se contaminan de su veneno y no me lo puedo quitar de la cabeza – ni de la nariz. Sin darme cuenta cada poco me llevo los dedos a la nariz para oler su perfume intoxicante – el del zumo y el de su piel. Huele como ningún otro, suave, delicado, dulce y afrutado y tiene una acidez mucho menor que sus hermanos los limones. Parece ser que son un híbrido de limón común y mandarina.
Hace unos años, en mi primer viaje a Japón, allá por el 2009, descubrí este cítrico y me fascinó, pero ni conocía su nombre ni sabía nada de él. Y cuando volví el año pasado, lo encontré de nuevo, lo probé y me volvió a encantar, tanto que me traje alguno. También había oído hablar mucho de él en blogs norteamericanos y lo había buscado sin suerte en uno de mis viajes al otro lado, pero no sabía que era el mismo que encontré en Japón. En mi último viaje a NY tuve la suerte de llegar en temporada (invierno), los vi en varios sitios y compré el limón, tanto en su versión madura, los más anaranjados, dulces y aromáticos, como los más ácidos, frescos y amarillentos (en primer plano).
Si los encontráis en China, Japón y EEUU o los podéis encargar, no lo dudéis, haceros con una buena cantidad para cocinar, hacer cebiches, ponzu, cócteles y todo lo que se os ocurra. Eso sí, cuidado con el transporte porque tienen una piel delicada. Una experiencia gastrósmica.
Rosa Tovar acaba de publicar un comentario en el que cuenta que los venden en Huerto Gourmet, aquí tenéis el link. Qué aproveche!