Es tan maravilloso que no necesita nada, ni aderezo, ni cocción – sólo limpiarlo.
Su belleza exterior sólo se supera por su increíble sabor a mar, suavizado por un ligero dulzor. No sé si hay algo más que decir. ¿Qué se os ocurre?.
Para hacerlo, clávale un cuchillo en la boca y abre erizo en dos.
Retira todas las “lenguas” anaranjadas” que tiene ayudándote de una cucharita de postre, límpialas en un poco de agua y mételas en la boca. ¡Qué maravilla!
También son una base perfecta para una salsa para pasta; el otro día preparamos unos fideos de arroz sarraceno y los aliñamos con erizo ligeramente deshecho en un poco de aceite de oliva, salsa de pescado y jugo de lima.
Aprovecha ahora que estamos en temporada.