Glasa de Pho

Ahí va una foto de un caldo con los aromáticos clásicos de un pho reducido a un décimo de su volumen a fuego suave durante 4 horas: 150 ml a partir de 2 litros. Como también llevaba una pata de vaca, con la cantidad de gelatina que tiene, al meter una cuchara sale cubierta de una capa densísima de jugo.

Es impresionante cómo cambian los sabores durante la reducción, no sólo se concentran, también evolucionan, los sabores que estaban al principio pierden protagonismo (aunque mantiene el olor a anís estrellado y cassia) y se forman otros nuevos.

Potente y delicioso. Genial como salsa concentrada, sóla o ligada con un poco de mantequilla, o para potenciar el sabor de cualquier otra. A ver cómo la uso.

Dado de carrillera a baja temperatura: 100 horas a 60ºC

La carrillera quedó con una textura muy interesante, tiernísima, jugosísima y muy compacta. Me encantó su textura, muy distinta al osso buco y al costillar  que hice al vacío – es una pieza muy distinta, mucho más gelatinosa. Lo más curioso de todo es que resultó menos melosa que cuando se prepara de la forma tradicional; y, como es de esperar, la carne quedó menos “mechada”; para nada como cuando tomamos el típico guiso de carrillera, que la carne se deshace en hilillos. Os dejo una foto de la pieza sin napar para que veáis la pinta que tiene:

Va cocida al vacío con una cucharada de salsa de soja, otra de azúcar y un chorritín de agua.

Luego está cortada en daditos y montada encima de una lámina de plátano macho frito (que le aporta un dulzor que le va de muerte y un punto crujiente), el jugo de la cocción, reducido a la mitad, cebollino y el puntito de picante del shichimi togarashi (mezcla de especias japonesas)