Short ribs de ternera americana ahumados, puré de patata y humo bajo el plato

Este corte es espectacular pero un poco caro: es una pieza muy marmolada, extraída de un costillar de ternera americana angus, con mucha más veta que las piezas que he encontrado de vacuno español (el corte equivalente es la falda, que suele tener grasa separada de la carne, sin veta). La pieza en sí no es cara, cuesta unos 16€ en Raza Nostra; sin embargo, tiene mucho desperdicio para obtener la cojopieza: hay que retirar las costillas, el exceso de grasa y los cortes de carne que quedan entre las costillas (que para un salteado están de muerte). Finalmente queda una pieza de unos 600 gr con una veta de grasa entreverada que la hace increíblemente jugosa. Y la broma acaba saliendo por unos 50€ el kg si descuentas el resto.

La carne va limpia (sin grasa ni costillas), ahumada en caliente durante 7 horas a unos 65º, evitando que supere nunca los 56º a corazón de producto.

Como veréis en la foto, para aumentar la precisión del aparato y para mayor control, he conectado la resistencia que calienta el ahumador al controlador de temperatura que utilizo para cocinar al vacío (va con otro termostato preparado para medir temperatura ambiente en vez de la del agua). Y además la carne tiene un termómetro que mide la temperatura del interna para asegurarme una cocción lo más precisa posible. El ahumador tiene ese color por dentro porque no se debe limpiar – es más, el humo que queda ayuda a que el nuevo humo quede adherido a la carne.

Aquí está la carne una vez ahumada, mirad lo oscura que ha quedado por fuera por efecto del ahumado:

Antes de servir, enfrié la carne y la doré a fuego fuerte para obtener una superficie aún más sabrosa y crujiente. Durante el ahumado se ha formado una capa exterior algo dura que facilita el dorado en la plancha.

El plato final va montado en un bol cubierto por un film transparente. Sobre este, casi flotando en el bol, añadimos un poco de puré de patatas y un par de láminas de carne ahumada encima.

(Me encanta cómo se refleja el puré de patatas en el film transparente).

Y finalmente abrí un pequeño agujero en el plástico, e introduje humo con una pipa ahumadora. El resultado es increíble:

 

Cada vez que el comensal, al coger la comida hace presión sobre el plástico, sale un pequeño aro de humo que realza el aroma ahumado de la carne, sin contar con el magnífico efecto óptico que tiene. Magia pura.

Nota: para que el humo vaya directamente a la nariz del comensal, es importante colocar en agujerito lo más cerca posible del que lo va a disfrutar.

La idea del humo y el papel film creo que la vi hace unos siete años en MadridFusión en una presentación de los hermanos Roca, no estoy seguro.

Y el puré lo dejamos para otro post que este ya está cargadísimo.

¿¿¿Caldo oscuro de pollo con leche desnatada en polvo???

Pues sí, hace poco estuve viendo un capítulo de How to Cook Like Heston en el que hacía caldo de pollo nada más y nada menos que añadiendo leche en polvo. Y os preguntaréis, ¿para qué? Al parecer, y por lo que he podido comprobar en mi cocina, la leche en polvo potencia la reacción de Maillard (las reacciones que ocurren cuando se doran las proteínas y azúcares presentes en alimentos), multiplicando el sabor del pollo y por tanto, el del caldo. No parece ser algo totalmente nuevo, estuve hablando de este tema con Enrique de Dorar no sella y me pasó un link de Egullet donde contaban que los panaderos llevan añadiendo leche en polvo a sus masas durante décadas precisamente por este motivo; la leche en polvo hace que el pan quede más tierno y da un dorado más uniforme, aumentando el sabor a través de las reacciones de Maillard. Podéis ver algo más de información en un pdf (sorry, en inlgés).

Los que me seguís sabréis de mi obsesión por el pollo y, más aún por los caldo, así que imaginarios la alegría. Al día siguiente fui directo a comprar una carcasa y un kg de alitas para hacer pruebas en casa.

El proceso:

  • Pon las alitas en una fuente o bandeja de horno y espolvorea un poco de leche en polvo por encima con la ayuda de un colador.
  • Dora en el horno durante una hora a 200ºC, dándoles vueltas cada 20 min para que cojan un color uniforme.
  • Y luego cuece en olla rápida durante 2 horas junto con el resto de ingredientes.

Los ingredientes que utilicé para el caldo:

  • Caramelicé una cebolla y 2 zanahorias con bicarbonato,
  • Dos dientes de ajo y un dedo de jengibre (ambos bien dorados),
  • Una pieza de anís estrellado, que junto con la cebolla incrementa el sabor cárnico del caldo
  • Un poco de sal,
  • Y para aumentar el umami:
  • Agua y todo a la olla a presión durante dos horas.

Congelé y luego clarifiqué descongelando el caldo.

Finalmente el caldo va bien caliente, en plan clásico total: unas gotas de Jerez seco y una yema, que se va haciendo mientras tomas el caldo, y al final del todo, a la boca y la yema revienta ploffff con toda su cremosidad. Brutal. Además, la adición del Jerez aumenta más aún la percepción del umami, lo que hace el caldo aún más delicioso.

 

Análisis de resultados:

Utilicé un “grupo control” de alitas sin leche para poder comprobar las diferencias (foto), que fueron muy llamativas. Al cabo de tan sólo 40 minutos las alitas con leche estaban completamente doradas (izda), mientras que las otras sólo estaban empezando a coger color.

El único inconveniente es que el proceso fue tan rápido que se quemó la base y no pude desglasar la bandeja de la tanda de alitas con leche. Una pena, con lo que me gusta el sabor del pollo desglasado.

Recomendación: no intentéis hacer la prueba si queréis luego tomar la carne, quedó tan seca que daban ganas de llorar.

Sabor del caldo:

El resultado, un caldo espectacularmente intenso de sabor y oscuro como pocas veces había visto. Y sin ningún rastro de sabor a leche.

Y si quieres saber más sobre caldos te recomiendo este post sobre cómo obtener caldos mejores y más sabrosos, uno de los más visitados del blog.