Dado de carrillera a baja temperatura: 100 horas a 60ºC

La carrillera quedó con una textura muy interesante, tiernísima, jugosísima y muy compacta. Me encantó su textura, muy distinta al osso buco y al costillar  que hice al vacío – es una pieza muy distinta, mucho más gelatinosa. Lo más curioso de todo es que resultó menos melosa que cuando se prepara de la forma tradicional; y, como es de esperar, la carne quedó menos “mechada”; para nada como cuando tomamos el típico guiso de carrillera, que la carne se deshace en hilillos. Os dejo una foto de la pieza sin napar para que veáis la pinta que tiene:

Va cocida al vacío con una cucharada de salsa de soja, otra de azúcar y un chorritín de agua.

Luego está cortada en daditos y montada encima de una lámina de plátano macho frito (que le aporta un dulzor que le va de muerte y un punto crujiente), el jugo de la cocción, reducido a la mitad, cebollino y el puntito de picante del shichimi togarashi (mezcla de especias japonesas)

Codillo como lo hacen en Shangai, con bollitos cocidos al vapor y baby pak choi

Arriba la pieza entera, luego deshuesada (carne y piel separada):

 

Hace unos dos meses estuve unos días en Shangai por trabajo y claro, las noches las dedicamos a probar la comida local. Uno de los platos estrella de todo lo que tomé fue este codillo, con el que me quedé impresionado. La textura de la carne es buenísima, pero lo realmente espectacular es tomar la piel junto con la grasa que va pegada a ella, que se deshace en la boca. La carne la dejan cocer mucho tiempo, hasta que se despega del hueso y se hunde en el fondo del plato, pero a mí me gusta más con algo más de firmeza. Además el codillo se toma en unos bollitos de masa muy parecida a los pao, junto con pak choi, una verdura buenísima que aporta el toque fresco y ligeramente ácido que contrarresta la grasa de la carne.

Y lo mejor es que es un guisote facilísimo de hacer. La receta  [Seguir leyendo…]