Huevos de codorniz en dos cocciones con sambal de pimientos de piquillo

Un aperitivo perfecto: huevos de codorniz cocidos, pelados y luego fritos para que se forme una pequeña película ligeramente crujiente por fuera, como se hace en Singapur e Indonesia.

El sambal está hecho de forma tradicional, como mandan los cánones indonesios, una salsa con base de guindillas, ajo, jengibre, jugo de lima y pasta de gambas fermentada. Pero además lleva  pimientos de piquillo para darle ese sabor deliciosamente familiar al que estamos tan acostumbrados y que nos hace salivar con sólo olerlo. Ácida, dulce, salada, umami, pincante y aromática a más no poder.

Para preparar el sambal: tritura 2 ajos, la parte blanca de un tallo de lemongrass, una chalota, una cucharada de azúcar, sal pasta de gambas fermentada y un chile picante (preferiblemente bird’s eye tailandés). Saltea la mezcla en una sartén unos 10 – 15 minutos, añade unos pimientos de piquillo de lata y confita hasta reducirlos a la mitad. Luego tritura y cuela hasta obtener una salsa densa y fina.

Una gran manera de empezar cualquier comida. Y si quieres hacer de esto un plato principal solo tienes que sustituirlos por huevos de gallina.

Cortes deliciosos escondidos en los pescados

Disclaimer: al contrario de lo que pasa (a veces, sólo a veces) en el blog, en este caso no se necesita de ningún ingrediente extraño, sólo una corvina y un poco de maña con un  cuchillo bien afilado.

El otro día compré una corvina salvaje y fresquísima, un pescado azul excelente que, como se consume poco en España, sigue siendo relativamente barato (unos 10€/kg) y me la llevé entera, sólo pedí al pescadero que escamara el animal y quitara las vísceras para poder luego jugar con ella.

Cuando llegué a casa me puse manos a la obra: terminé de escamar a pescado – siempre se dejan muchas escamas (que también reservé) y empecé a despiezar el bicho. Saqué los lomos, le quité espinas y los guardé para luego.

Los lomo los preparo a la plancha por el lado de la piel hasta que queda bien dorada y crujiente, luego hago ligeramente por el lado de la carne muy poco tiempo y vuelvo a dorar por la piel para que llegue al plato perfectamente crujiente. De esta forma consigo una carne muy jugosa y una piel extremadamente crujiente:

Pero vamos al tema, que esto no es lo importante de este post…

 

Pero claro, todavía quedaba mucha carne y empecé a pensar en cómo prepararlas. Lo que quería era resaltar las texturas tan distintas que se pueden encontrar en el pescado.

Vamos por partes (nunca mejor dicho):

La ventresca del animalillo (la pieza de carne que cubre las tripas) la limpié bien, retiré espinas y la telilla que recubre la pieza con cuidado de no llevarme más carne y la separé del lomo. Luego la hice a la plancha, dorando sólo por el lado de la piel. El resultado, delicioso, jugosísimo y muy original, una auténtica delicia.

Las escamas (sin foto). Fritas en aceite se pueden usar luego para potenciar el sabor a mar de pescados, a la vez que le damos un toque sorprendente y crujiente.

La carne adherida a la espina: después de sacar los lomos, retiré la carne que se quedó pegada a la espina central ayudándome de una cucharilla de postre. Dependiendo de tu habilidad con el cuchillo, sacarás una cantidad más o menos pequeña, suficiente  para hacer un pequeño tartar de aperitivo – adereza como más te apetezca, (si eres hábil con el cuchillo te quedarás corto con la cantidad; también puedes añadir un poquito de carne de la cola).

De la cabeza:

  • La cococha (bajo la mandíbula, se ve al fondo, en la foto de la ventresca, pero muy borrosa), con tantísima gelatina que se deshacía en boca. Muy parecida a las de merluza, pero con más carne y algo más melosas. Atención que esta es una pieza «egoísta», de las que no se pueden (ni uno querrá) compartir.
  • La carrillera (la pieza de carne que está detrás del ojo): buenísima y algo más dura que el resto.
  • El cogote: otra parte de la cabeza que queda muy buena, a la plancha o al horno. No resulta fácil sacar, pero merece la pena.
  • Otra opción deliciosa que sustituye a las tres anteriores es hacer un curry o guiso con la cabeza, como se hace en Singapur. Una auténtica delicia y por lo menos divertido si utilizas palillos para rebañar la carne de la cabeza.

Con la parte final de la cola, menos grasa mientras más se aleje de la cabeza, preparé un cebiche delicioso para aprovechar este corte que funciona peor sometido al calor. Una preparación poco clásica: el pescado cortado en daditos, con un poco de cebolla roja, huacatay, jugo de lima, guindilla y salsa de pescado vietnamita, que le va de perlas. Y como siempre en el blog, la lima sólo toca el pescado unos segundos antes de servirse.

Desde que me llegó este cuchillo de porcelana de Kyocera no he dejado de usarlo para verduras.

Tiene un filo increíble, más resistente que uno de acero. Y lo mejor, permite hacer cortes tan precisos y finos como este, fíjate cómo la cebolla queda casi transparente:

El huacatay es una hierba aromática que se usa mucho en Perú, pero no para ceviches; sin embargo, sus sabor fresco que recuerda a la menta aunque con un sabor más complejo, me encaja perfectamente con el pescado (seguro que los peruanos no están de acuerdo). Lo encontré en puestos latinoamericanos del mercado de Maravillas de Madrid. Es absolutamente deliciosa.

La piel a la plancha y crujientita (del corte que utilicé para hacer el ceviche) es uno de los mejores aperitivos para acompañar una gran cerveza. La hice a la plancha para un gran pequeño aperitivo de pescado intenso.

 

Entrelomo dorsal (nombre inventado, que no está nada mal, por cierto): en la parte superior del animal, entre los dos lomos y justo debajo de las aletas dorsales se encuentra un corte mágico, con una textura grasa y melosa impresionante, muy distinta a la de los lomos a los que está pegado y por supuesto, plagadito de espinas. Merece la pena tomarla así para darle todo el protagonismo que se merece y disfrutar de una textura a la que muy pocas veces se le presta suficiente atención. Para tomarla hay que ir peleándose para separar la carne de las espinas y hacerse con este gran tesoro. En Japón se suele tomar este corte de pescados planos en crudo, que también está buenísimo, pero no tiene nada que ver con la riqueza que le aporta el calor y el dorado del Maillard. Os recomiendo darle un toque breve de plancha a fuego bien fuerte por los dos lados. Un corte tan bueno como feo, probablemente el que más me gustó de todos; incluso les encantó a mis sobrinos de 8 y 6 años. 

La zona de la oreja (bajo la aleta temporal, entre la cabeza y las agallas). Es una pieza con muchas espinas, pero como ya casi todos somos  mayores, podemos tomarla sin problemas, ¿no? dorada bajo el grill del horno queda deliciosa, con su piel crujiente y su carne melosa e intercalada de espinas. La preparé aderezada con un poco de «ponzu instantáneo»: salsa de soja, vinagre, zumo de pomelo rosa y lima que le aportó un sabor fresquísimo y ligeramente dulce. A propósito, con este corte no es tan buena idea comer con palillos ;).

Es increíble lo que puede dar de sí lo que normalmente tiramos, obteniendo resultados sorprendentes y sabrosísimos a la vez que estiramos nuestro presupuesto.

Cuando el salmón se pone rosado

¡Sorprende a tu familia o amigos e invítales a tomar una tapita de tu nueva experiencia culinaria!

Para preparar un entrante para 6 amigos necesitarás un filete de salmón sin espinas de 800 gr marinado durante unas 4 horitas. Lo que uso para marinar está al alcance de todos: 2 remolachas cocidas y trituradas, 4 cucharadas de salsa de soja y 1 trozo de 1 cm de jengibre. Tardas 5 minutitos en hacerlo.  Después de marinarlo, 10 minutitos más: solamente queda cortar el salmón en lonchas (no muy finas tipo ½ cm). Éxito garantizado.

Salmon marinado con remolacha, peras chinas, hierba chincho, crème fraîche y pimienta negra

Mis sugerencias de acompañamiento son:

  • Tomar el salmón con un poco de crème fraîche y salsa de soja buena
  • Probarlo con hierbas aromáticas como cebollino, menta picada o, como en la foto, con chincho (una hierba peruana que hemos encontrado en el mercado de Maravillas)
  • Para equilibrar el fundente del salmón recomiendo algo crujiente tipo el Pergamena di pana de Cerdeña  o unas láminas de pan tostadas

 

Tartar-ensalada de vieiras, nuestra pócima contra el sol

Este es un grandísimo aperitivo para días como hoy, cuando nuestro astro sol empieza a hacerse más y más presente y no nos queda más remedio que intentar exorcizarlo. Proponemos nuestra pócima personal: fresca, fresquísima, ligera y sabrosa, infalible contra ese ojo pineal. Hasta la foto es refrescante.

Para prepararlo, no necesitas mucho, unas 6 vieiras grandes, la parte carnosa de medio pepino pequeño y medio pomelo, todo cortado en dados de medio centímetro y aderezado con cilantro bien picadito, el jugo del cítrico antes mencionado, un poco de vinagre de vino blanco, algo de picante y sal. Y para contrastar con la suavidad y el dulzor de las vieiras crudas, como guiño inevitable a nuestro deslumbrante, un poco de salsa XO, hecha con vieiras secadas al innombrable (de venta en supermercados asiáticos, las vieiras, no el otro).

Para que la pócima surta efecto, tiene que ser fresquísima, notarse el dulzor de la vieira cruda, la intensidad de la seca, resultar algo picante y ligeramente ácida.

Nota: no dejes que los ácidos interactúen más de un minuto o dos con el resto de los ingredientes o perderá sus poderes mágicos.

Ah, y bébete su leche de tigre (su juguito, vamos). Dejarla es un pecado – mortalísimo.

Tiradito de pulpo crudo en láminas finísimas

Otra forma de tomar pulpo – muy distinta a la habitual. Tiene una textura mucho más dura, pero es muy interesante. A mi me encanta siempre y cuando el pulpo sea fresquísimo. El truco fundamental está en que las láminas sean como papel de fumar.

Para prepararlo, con un cuchillo retira la parte de las ventosas y poco a poco quita el resto de la piel que rodea al músculo del tentáculo.

Cuece la piel junto con las ventosas.

Corta láminas lo más finas posible para que luego sea agradable en boca, las mías son tan finas que se ve el color del plato a través.

Para esto necesitarás un cuchillo muy muy bien afilado y si es uno de sashimi (o yanagiba en japonés), mejor que mejor. El mío es un Kai de la gama Shun de 27 cm. Es una auténtica pasada, no te puedes imaginar cómo corta – aunque se puede intuir por el laminado.

Monta el plato como más te guste y sirve la salsa o por encima o sobre las ventositas, queda muy original. Mi salsa estaba hecha con lima, salsa de pescado, aceite de arbequina y yuzu kosho.

 

Chả Cá, mezcla de sabores perfecta

Fragante. Me parece la palabra más adecuada para este plato.

Intrigante. También le pega de maravilla.

Desde que le hice este plato, ya ha entrado en el “top 10” de los platos favoritos de toda la vida de Íñigo. Le vuelve loco cuando se lo come! 😉 Probar este plato podría ser uno de tus mejores recuerdos gastronómicos de tu vida y una razón para ir a Vietnam. ¡Y no estoy exagerando! Hoy te invito a viajar hasta Hanoi, al norte de Vietnam,  donde este plato de pescado blanco has sido popularizado.

El Cha ca, (también llamado Cha ca la vong como el restaurante que lo hace en Hanói) es un plato con pescado blanco, cúrcuma, eneldo, pasta de gambas fermentada, salsa de pescado y galangal. Esta combinación hace que el plato sea muy vietnamita (por el Mam tom, la pasta de gambas fermentada) pero al mismo tiempo tiene una mezcla de hierbas aromáticas y raíces como el eneldo y el galangal que no se suelen usar mucho en la cocina de este país.

La receta que te ofrezco es una adaptación que se acerca bastante de la tradicional. No lleva el Mam tom (pero se puede encontrar fácilmente en tiendas china en Madrid o Barcelona) y además, usé galangal y cúrcuma frescas y no en polvo, que es más potente de sabores para mí.

Ingredientes, para 4 pax:

  • 800 g de mero
  • 3 dientes de ajo picado
  • 1 cucharada de cúrcuma molida o rallada
  • 1 cucharada de galangal rallado
  • 1 cucharaditas de polvo de curry
  • 2 cucharas de yogurt
  • 3 cucharas de salsa de pescado
  • 2 cucharas de azúcar
  • 3 cucharadas de aceite vegetal
  • 1 manojo de eneldo
  • ½ limón

Opcional: cebolleta, cacahuetes, albahaca tailandés, y… ¡guindillas par los que aguantan! que para mí es muy importante añadir esta otra dimensión de sabor

Preparación:

Podemos dividir la receta en 2 partes:
– El adobo (preparado con antelación un par de horas)
– Los acompañamientos (fideos de arroz, chalotas encurtidas, cacahuetes)

  • Corta el mero en trozos de 2×2 cm approx.
  • Coloca en un cuenco y añade ajo, cúrcuma, galangal, curry, yogurt, salsa de pescado, azúcar, ½ ramillete del eneldo, una cuchara de aceite y mezcla bien. Aconsejo de usar guantes si tienes que rallar cúrcuma fresca. Cubre y deja marinar en el refrigerador durante 1 hora.

cúrcuma fresca rallada con microplane

  • Las chalotas: córtalas en rodajas finas, ponlas en un cuenco y cubre con vinagre de arroz u otro vinagre no muy fuerte.  Deja reposar en la nevera entre media y una hora.
  • No hay nada especial que hacer con los cacahuetes ¡a menos que tenga que quitarles la cáscara!
  • Corta en  rodajas los tallos de cebolleta (la parte verde).
  • Para cocer los fideos de arroz, sigue las instrucciones del paquete.
  • Calienta una sartén grande a fuego fuerte. Añade el resto del aceite y cuando está caliente cuece el pescado hasta que esté hecho. Retira el pescado, exprime el jugo de limón por encima y añade el resto de las hierbas aromáticas

  • Para servir, en Vietnam cada persona “se hace su bol”: llenándolo de los fideos de arroz, pescado, cacahuetes, chalotas, etc.


Comentario:

¡HAY que probarlo! En Paris, New-York, o Vietnam está en la carta de algunos restaurantes… ¿y dentro de poco en tu casa también? El Cha ca te dejara un recuerdo gastronómico inmemorable…

Por supuesto usar mero no es obligatorio, se puede usar cualquier pescado blanco que aguante bien la cocción y que no se deshaga mucho, tipo rape. También se podría con bacalao, no es lo mejor… ¡pero sale igual de sabroso! 😉