La Terraza del Casino e Inedit


Ya había ido hace unos cuatro años en la Terraza del Casino y mi experiencia fue buena. Un servicio perfecto hasta el extremo y una sala acogedora, aunque algo fría. La comida tenía un aspecto increíble, pero me daba la sensación de que carecía de corazón. Todo estaba bien ejecutado y equilibrado a nivel de sabores, con una estética perfecta, pero no despertaba emociones, no removía, no dilataba pupilas. Por eso, cuando volví esta última vez esperaba comer muy bien, pero sin grandes emociones.

Y cual fue mi sorpresa que disfruté como pocas veces en mi vida en un restaurante así: los platillos que tomamos rebosaban sabor, no como acostumbran a hacer en los grandes restaurantes, que se empeñan en hacer platos de sabores sutiles, de una delicadeza que aturde. Esta ocasión todos los sentidos se activaron, todo lo que tomamos nos hizo disfrutar como enanos (léase como a niños).

Una de las cosas más increíbles fue una aceituna crocante, con un sabor a aceituna intensísimo.

El bocadillo de chorizo tenía un sabor increíble, simplemente dos láminas finísimas que ocultaban en su centro sus una grasa de chorizo sabrosísima. La esencia llevada a su mayor extremo.

Sin duda lo mejor que tomamos fue una lengua de Wagyu con puré de apio, foi y salsa teriyaki. Yo soy un auténtico fan de la lengua, pero en este caso cualquier la realidad superaba a mis mejores fantasías: un cubo rectangular de lengua, cocida a baja temperatura, probablemente alrededor de los 65º, tan tierna y jugosa que se te caían las lágrimas de placer y dorada y crujiente en el exterior. No me lo podía creer mientras lo comía. Sólo por este plato merecó la pena comer ahí.

Pero no fue sólo eso; el gallo de San Pedro con tres tipos de puré de limón (con más o menos albedo, y con puntos de amargo diferentes) también fue impresionante. Y el pichón, jugosísimo y absolutamente delicioso.

Toda la cena se sirvió con cerveza Inedit, una cerveza sorprendente por su escaso amargor (no lleva lúpulo) y sus notas cítricas, con presencia clara del cilantro. Una gran cerveza que te ayuda a combinarla con cualquier comida, y que además aporta una ligereza increíble que no tienen el resto. Y para platos asiáticos va de morir.

Antes de la cena hicimos una cata de la mano de @FerrerPepe donde combinamos la cerveza con una serie de geles que hacían las veces de tapas y platillos, concentrados en su máxima expresión interesantísima y original como pocos. Vimos cómo podía potenciar sabores o matizarlo. Y lo entendimos no con la cabeza y la razón, sino con la experiencia. Buenísimo.

 

Cómo hacer bacalao seco en casa

Es impresionante cómo su sabor se transforma totalmente dando lugar a un producto deliciosos que nada tiene que ver con su versión fresca, con una textura jugosísima, pero con menos sabor.

Por supuesto que lo puedes comprar seco – los hay de una calidad increíble – pero merece la pena probar a hacerlo en casa. Además te ahorrarás un buen dinero, la versión curada es mucho más cara que el fresco.

Y no hay nada más fácil:

Elige un bacalao fresquísimo y pide en la pescadería que lo abran en dos mitades.

Límpialo en casa para quitarle las telillas que recubren el abdomen.

Coge una bandeja donde quepa cómodamente, cubre de sal, añade los lomos y vuelve a cubrir con sal.

Déjalo curando en la nevera hasta que deje de perder líquido, al menos una semana. Comprueba cada día y tira el exceso de líquido que suelte.

Luego retira la sal y déjalo secar en la nevera durante otra semana, hasta que quede seco y firme, con la textura de un bacalao seco. Guarda en la nevera hasta que lo vayas a utilizar.

Cuando vayas a utilizarlo, sólo tienes que remojar en agua hasta que el pescado haya perdido casi toda su sal. Prueba hasta encontrar el punto de sal que más te guste.

¿Qué comer en un restaurante de dim sum?

La primera respuesta a esta pregunta es fácil: todo lo que puedas.

Intentando racionalizar un poquito más, te propongo antes de nada algunas recomendaciones:

  • Tienes que ir a la hora de desayunar, como te hagas en remolón se agotan los mejores platos del restaurante. La hora de desayunar no son las 10, que lo sepas.
  • Pide del menú de dim sum si quieres gastar poco. Suelen tener también platos típicos cantoneses, que están muy buenos, pero tienen otros precios que el precio se triplique.

Y de nuevo la eterna pregunta, ¿qué comer?: la respuesta reflexionada es: todo lo que puedas.

 

Pregunta 2: ¿qué pedir? ahí van mis recomendaciones:

Patas de pollo cocidas al vapor: si, si, sí, hay que pedirlo, no te resistas porque no lo hayas probado antes, ese es justo el motivo por el que hay que tomarlas, además de su textura insuperable

Cerdo agridulce: sí, sé que no parece un plato estrella, pero lo es. La preparación auténtica es una pasada. El cerdo tiene que quedar crujiente, con muy poca salsa. Y bajo ningún concepto te imagines algo parecido a lo que puedas haber tomado aquí. Te sorprenderá, seguro

Estos bollitos asados rellenos de cerdo te pueden hacer llorar de placer, así que lleva un pañuelo o agarra la servilleta

Costillas de cerdo al vapor, esta vez, en caliente

Las albóndigas chinas le dan mil vueltas a las nuestras, son tiernas y con una textura gomosa y jugosísimas (no como las nuestras)

Arroz glutinoso relleno de cerdo. Aquí tampoco hay palabras

Hakao: gambas envueltas en una masa translúcida

Guiso de calamar. A mí el calamar me obsesiona

Guisote de hígado

Hor fun: masa de arroz con gambas y verduras

Los pao, bollitos de harina de trigo cocidos al vapor, impresionantes, aquí rellenos de cerdo y espinacas

Siu mai: esto lo conoceréis

Unas empanadillas a la plancha, muy parecidas a sus vecinas las gyozas

Ah, y mira esto, qué pasada: llega así a la mesa, rompes la corona y te encuentras unos dim sum impresionantes adheridos

Y termina con egg tarts, muy parecidas a los pasteles de Belem típicos de Portugal (probablemente aprendieron la receta de ellos)

Pasta de arroz coreana salteada con mantequilla y soja

La pasta es la que se utiliza para preparar el dukbokki, un platillo picante típico coreano para tomar entre horas (en inglés se llama rice cakes).

Si los encontráis en tiendas coreanas no dudéis en probar. Se venden frescos en rollitos de unos 15 cm de largo, los cortas en trocitos y congelan perfectamente, así que puedes prepararlos cuando quieras.

Fácil, fácil: sólo van salteados a la plancha con un poco de mantequilla hasta que queden crujientes por fuera. Cuando están hechos, añade un poquito de pimienta, saltea unos segundos y luego echa un chorro de salsa de soja. Deja que la pasta absorba la salsa y sirve inmediatamente como aperitivo, acompañado de una cervecita.

Delicioso y listo en menos de 5 minutos. Un plato así vuelve loco a cualquiera, quedan tiernos y jugosos por dentro y crujientes y sabrosos por fuera.

Una revisión del pollo: cómo conseguir la carne más jugosa y una piel perfectamente dorada y crujiente

 

Llevo mucho tiempo haciendo pruebas con pollo asado – al menos 4 años – , intentando dar con un proceso lo suficientemente fácil, y que a la vez supere en mucho a las preparaciones tradicionales. En este tiempo he probado muchas técnicas y creo que finalmente he dado con un proceso con el que me siento muy cómodo, con el que se consigue una carne jugosísima y una piel como nunca, que cruje en la boca como una corteza y además, una salsa que le va que ni pintada.

Lo que he intentado hacer es reducir al mínimo los pasos necesarios para llegar a resultado muy superior al habitual sin pasar un fin de semana cocinando. Además, la preparación no exige demasiado trabajo, sólo hay que dejarlo hacer. Y sí, lo admito, el proceso es largo y no te permite improvisar demasiado porque necesitas planificar con al menos 18 horas de antelación.

Asar un pollo y que quede con una carne jugosa y una piel dorada es uno de los grandes retos de la cocina. Y más aún cuando estamos acostumbrados a tomarlo re-cocido, tanta es la fuerza del hábito que, ante los pollos nuestros de cada día, no nos damos cuenta de lo secos que están y no nos planteamos alternativas para mejorarlos.

El reto está en que mientras que la pechuga queda hecha a partir de 55ºC, la temperatura a la que la hago cuando la cocino al vacío, el muslo y contramuslo no quedan bien hasta que no llegan a los 62º (se tratan de músculos distintos, la pechuga un músculo blanco, con poca grasa y poco ejercitado, preparado para responder rápidamente a las necesidades de la naturaleza, como huir de depredadores o de humanos hambrientos; el muslo, más graso y más oscuro, “pensado” para resistir un esfuerzo continuado, como mantenerse de pie y desplazarse.

Cocinando la carne a una temperatura tan baja, nos encontramos con el gran problema: la piel. ¿Cómo conseguir una carne jugosa y una piel seca, crujiente y dorada? Este es el quid de la cuestión y lo más difícil.

En resumen: El sistema no es muy diferente de otras cocciones que he propuesto anteriormente. El truco está en introducirlo en una salmuera (para saber más puedes leer mi post sobre la salmuera yluego el de Enrique de Dorar no sella, con un punto de vista que va más allá del mío, muy muy interesante – me estoy haciendo fan de las salmueras de equilibrio) para aumentar su jugosidad, cocer a baja temperatura hasta que llegue a 60ºC, despiezas y dorar la piel hasta que quede bien crujiente.

El único utensilio que necesitas es un termómetro digital de horno (de esos que tienen un pincho y que te avisa cuando la temperatura haya llegado a la deseada) – los 30€ mejor gastados de la historia de la cocina, te lo aseguro.

Ingredientes:

  • Un pollo de buena calidad (nada de los blancos enfermizos)
  • Salmuera de un 5%: 50 gramos de sal por cada kilo de agua. (Necesitarás unos 3.5 litros de agua, por lo tanto 175 gr. de sal)
  • Un poco de mantequilla de buena calidad (suficiente para cubrir la piel del pollo antes de hornear).
  • Un buen chorrito de vino blanco
  • El jugo y la ralladura de media lima
  • Salsa de pescado (o si no tienes, sustituye por sal)

Preparación:

Antes de nada quita el hueso “de los deseos” (no sé si tiene nombre, en inglés se le llama wish bone), está entre las dos pechugas y el cuello, para que deshuesar las pechugas sea más fácil.

Salmueriza el pollo durante 12 horas. Saca del baño y seca bien la piel con papel absorbente.

El paso de secar la piel en la nevera no es necesario si luego se dora en la placha; es tan rápido que no hace falta.

Cubre la piel con una capita de mantequilla (calentada hasta textura de pomada).

Precalenta el horno a 90º, introduce el termómetro en la carne del pollo y cuece hasta que llegue a 60ºC a corazón de producto,  unas 2.5 horas.

(Como alternativa más técnica y sólo si tienes un sistema para cocer a temperatura controlada, cuece las pechugas al vacío a 55º y los muslos y contramuslos a 62º C)

Deja reposar durante 20 min fuera del horno. Despieza separando las dos pechugas, los muslos y las alitas.

Prepara la salsa mientras el pollo reposa:

  • En una cazuelita cuece el vino hasta evaporar el alcohol, echa los jugos y grasa que ha soltado el pollo al cocerse, la salsa de pescado (o sal), añade el zumo de lima y la ralladura, cuece unos minutos y mezcla bien.

Ahora sala y dora la piel en una sartén con un poco de mantequilla. Desglasa la sartén con la salsa, no vayas a perder este delicioso licor.

Cuidado/ ojo:  Asegúrate de que toda la piel está en contacto con la sartén, si no se dorará de forma poco uniforme, como en la foto:  

Final y presentación:

Sirve aliñado con la salsa, que es increíblemente buena: ácida, grasa, ligeramente salada… maravillosa.

Otras alternativas:

Hay otras maneras de dorar la piel, pero a mi no me han dado resultados suficientemente satisfactorios con poco esfuerzo. Os cuento uno a uno:

Horno:

  • He intentado dorarlo en el horno (a 240ºC arriba y abajo y con el ventilador en marcha para que el calor fluya lo más posible durante unos 10 minutos o hasta que la piel quede bien dorada) y la carne siempre ha acabado por hacerse de más, sobre todo la pechuga. Además la piel no se dora uniformemente.
    • Update 19/02/2013: He seguido haciendo pruebas con el pollo al horno, creo que el problema con el que me encontraba anteriormente es que no dejaba que el horno se calentara lo suficiente. Ahora, después de la salmuera, cuezo en pollo con el horno a 80ºC hasta que llegue a corazón de producto a 60ºC, dejo reposar 40 minutos en la nevera o fuera si hace suficiente frío. Durante este tiempo, pongo el horno al máximo, a 280ºC durante los 40 minutos, y luego meto el pollo en el horno unos 10 minutos, hasta que el horno humea. La piel queda perfectamente crujiente y el pollo, con una textura más que aceptable. Muy bueno y con poco trabajo. Ah, y la salsa anterior es simplemente insuperable.

 

  • También he probado el típico sistema norteamericano del pollo en posición vertical para conseguir un dorado uniforme y tampoco ha dado resultados satisfactorios. Normalmente monta sobre una lata de cerveza, pero aquí va sobre un molde de bizcocho con agujero en el medio.

Soplete: Yo no he conseguido nunca un resultado bueno dorando la piel con soplete, ni siquiera tengo foto publicable. ¿Alguien ha obtenido buenos resultados? si es así, habla, cuenta y comenta.

Rociado con aceite a 180º:

Método: calentar aceite en una sartén y poner el pollo encima, sobre una rejilla de esas que se usan para evitar salpicaduras mientras se fríe. Cuando el aceite llegue a 180ºC, “baña” la piel repetidamente con una cuchara hasta que quede crujiente. Este proceso es el que da los mejores resultados, crujiente y con un dorado uniforme. Sin embargo, la descarté y porque es muy trabajosa y además el aceite sigue cociendo la carne y queda un poco más hecha.

 Y para saber más:

Hay métodos mucho más precisos que dan mejores resultados, y si no que se lo digan a Enrique y su interesantísima preparación del pollo en cuatro posts, pero no siempre son viables. Os dejo sus links:

Ensalada de zanahoria estilo sudeste asiático

 

Con los calores de estos días, ayer tomamos una comida totalmente veraniega en la terraza, y sin duda el plato estrella fue esta ensalada, con un sabor espectacular.

Además tiene dos cosas que la hacen irresistible: el precio, menos de 70 céntimos y lo sencilla y rápida; lista en menos de 20 minutos.

La vinagreta está inspirada en la típica ensalada tailandesa de papaya verde; pero como aquí no se encuentra (o si tienes la suerte de encontrarla estará a un precio astronómico), la hicimos sólo con zanahoria.

Ingredientes:

1 ó 2 dientes de ajo picado (al gusto)

  • El zumo de media lima
  • Media cucharadita de azúcar
  • Media guindilla tailandesa (bird’s eye)
  • Una puntita de sal
  • 1/5 de cucharadita de pasta de gambas tailandesa
  • Un chorrito de salsa de pescado
  • 400 gramos de zanahoria pelada y cortada el tiritas
  • Un puñado de cilantro bien picadito
  • Menta (opcional)

Preparación:

En un mortero tritura el ajo con la guindilla, pasta de gambas, sal y azúcar.

Ve añadiendo la zanahoria y golpea ligeramente con el mazo hasta que quede más maleable y tierna mientras, con una cuchara, vas mezclando con la vinagreta.

Prueba y rectifica hasta darle el punto final con la vinagreta: tiene que saber ligeramente ácida, salada, picante y de fondo notarse ligeramente el ajo y las gambas fermentadas.

Sirve una montañita en un bol y añade el cilantro por encima.

Opcional: añade unos cacahuetes tostados en la sartén y luego triturados.