Tortilla fea, esponjosa, facilísima y escalfada

Y además muy divertida de preparar. Se hace igual que un huevo escalfado, pero batiendo el huevo antes de cocer. Lo vi en  «In the mind of a Chef» una serie de unos 12 documentales de David Chang (sí, el de Momofuku) muy recomendable e interesante. En uno de ellos, Daniel Patterson, el cocinero invitado de ese capítulo, proponía este platillo. Al día siguiente probé a hacerlo, y el resultado merece al pena: una especie de tortilla con una textura muy suave, agradable y ligera.

El proceso es sencillísimo: bates un huevo (opcional: añade una cucharadita de miso blanco, le da un punto delicioso) y lo hechas en agua hirviendo (igual que cuando haces un huevo escalfado, hay que formar un remolino de agua para que el huevo quede centrado). Dejas que se cueza durante menos de 10 segundos y lo retiras con un colador quitando todo el agua que puedas (en la foto se ven las marcas de nuestro colador, el típico asiático con forma de telaraña, que creo que mejora la presentación a esta tortilla tan fea y tan buena), añades un chorrito de aceite de oliva, perejil y unos cristales de sal ¡y a correr!.

Lo único que da un poco de rabia es que siempre queda agua en el plato… qué le vamos a hacer.

 

Pimienta vietnamita

Hace poco una amiga de París, casada con un vietnamita, me trajo esta maravilla del sur de Vietnam, una pimienta famosísima por su calidad y también por la cantidad – producen más del 30% de la pimienta del mundo.

Y es una auténtica delicia, creo que de las mejores pimientas que he tomado nunca. Comparando con la que venden en El Corte Inglés – que especifica su origen indochino- ésta es mucho más sabrosa, más fresca y más aromática – tanto que de sólo olerla entran ganas de estornudar. Y probablemente se deba a que ha pasado mucho menos tiempo entre su cultivo y el momento en que llegó a nuestras manos. Qué pena que no podáis olerla a través de la pantalla.

Terrina de Pato Mulard con textura elástica

Este plato es una auténtica declaración de intenciones, la esencia de lo que hacemos en Umami-Madrid con nuestras idas, venidas y referencias gastro-culturales a Asia y a Europa: en este caso, sabores predominantemente occidentales, que recuerdan a un pato a la naranja, con una textura totalmente asiática a la que no estamos tan acostumbrados. Y el sabor protagonista del pato es casi tan importante – si no más – que la textura tan especial que tiene – la misma que las «pelotitas» asiáticas que suelen servirse en sopas, esas que recuerdan a las de goma que tanto rebotan y que tanto gustan a los niños.

Esta transformación de la textura me dejaba alucinado; no conseguía comprender qué pasaba durante el amasado para que esta se transformara; estuve buscando en internet y en libros sin éxito hasta que finalmente decidí consultar al GRANDÍSIMO HAROLD McGEE. Os dejo una transcripción del mail y la traducción más abajo:

De:  Harold McGee <———>
Enviado el: jueves, 06 de marzo de 2008 21:48
Para: AGUIRRE POLO, IÑIGO DANIEL
Asunto: Re: re. black tea brewing
Dear Íñigo,
What you describe is very similar to what happens when you make a meat batter for mortadella-style sausages. When you work the meat with a little bit of salt, you extract myosin proteins from within the mince pieces, and they form a sticky coating on all the surfaces, which is why it behaves like a dough. When you cook the meatballs the myosin coating coagulates into an unmeltable jelly that surrounds all the pieces, and that’s where the springiness comes from.
Hope that makes sense.
Best wishes,
Harold

 On Thu, Mar 7, 2013 at 4:00 AM, AGUIRRE POLO, IÑIGO DANIEL <> wrote:

Dear Harold,
 Hope this mail finds you in good condition – it’s been almost two years since my last email.
I’m writing to ask you if you could possibly help me with a culinary mystery. I have been making boiled meatballs – the Asian springy style – for quite some years now and every time I do them (massaging the meat by hand for around and hour until the meat sticks together almost as a dough) I try to find on the internet why the mince changes so much and why is it that it becomes springy, but have never had success finding insightful information. Do you have any thoughts about this?
 Thanks so much in advance.
Kindest regards,
 Íñigo Aguirre

 

En resumen, cuando amasas carne con sal se extraen proteínas de miosina que forman una capa pegajosa en toda la superficie de la carne, lo que hace que se comporte como una masa. Cuando cocinas las albóndigas, la capa de miosina coagula formando una gelatina no fundible que cubre todas las piezas – de ahí es de donde viene su elasticidad.

Pero esto todavía resulta complicado de entender, por lo menos para mi, y seguro que como yo, os preguntaréis, (perdonad si hay algo que no está bien explicado, no soy un experto en estos temas).

  • ¿Qué es la proteína de miosina? Parece ser que es una proteína fibrosa y contráctil implicada en la contracción muscular, la proteína más abundante en el músculo. La miosina provoca la reducción de las distancias entre ambas fibras y, por lo tanto, la contracción muscular.

Ingredientes:

  • Carne picada:
    • 400 gr de muslos pato (si es Moulard, mejor, su sabor le va que ni pintado a esta preparación).
    • 200 gr de cerdo (busca una pieza ejercitada, las más oscuras).
    • 200 gr de contramuslo de pollo.
  • Un par de cucharadas de azúcar.
  • Una buena cantidad de pimienta negra recién picada.
  • Ralladura de naranja (1 ó 2, lo que prefieras).
  • Sal y salsa de pescado al 50/50.
  • Un chorrito de vinagre de Jerez.

Preparación:

  • Mezcla todos los ingredientes, prueba y rectifica el punto de sal (es increíble, pero en crudo está delicioso). Tienes que notar un sabor predominánte a pato, un ligero dulzor, el punto de sal y el aroma de la naranja.
  • Cuando esté a tu gusto, amasa la mezcla aplastando hasta que no se pegue a la mano y quede con una textura compacta – tardarás al menos 45 minutos y sudarás al menos un litro (ya sabes, no sweat, no gain). O si prefieres, puedes triturarla en una thermomix hasta llegar a esa consistencia, pero cuidado no se caliente la masa y acabe cociéndose (si se calienta demasiado añade un cubito de hielo).
  • Envuelve en film transparente como si se tratara de un maki y cuece al vapor hasta que alcance 60ºC a corazón de producto.

Y en la foto lo acompañamos con un tabulé como debe hacerse: con muy poca sémola, muchísimo perejil y muchas verduritas bien picadas a mano.

Dos nuevos sponsors en el blog

Aunque muchos no os habréis dado cuenta, seguro que  más de uno ha notado que desde hace muy poco tenemos banners de nuestros dos nuevos sponsors en el lateral derecho.  Hasta ahora no habíamos aceptado publicidad en el blog. ¿Y por qué el cambio de opinión? porque para nosotros lo que estas dos marcas simbolizan va más allá de un simple banner, no es sólo publicidad, de una manera u otra conectamos de forma íntima con lo su esencia de marca y en este intercambio todos nos enriquecemos.

Con Cordón Bleu, sencillamente porque es un honor que una escuela tan reconocida y con tanto recorrido como esta quiera estar presente en nuestro blog y esperamos que nuestra colaboración continúe y sigamos haciendo más cosas con ellos.


 Y en el caso de Lecuine los motivos son distintos. Se trata de una empresa nueva, que está empezando en el mundo de la gastronomía. Pero lo que ofrece en su web es una especie de preselección de utensilios de cocina que uno querría tener – por lo menos yo. Nos decidimos por ellos porque creemos que su web conecta con la esencia de Umami-Madrid: ante todo busca la calidad en sus productos, es exigente y elige muy bien lo que quiere ofrecer. Hay otra cosa que nos atrajo desde el principio que es casi más importante: su forma de hacer publicidad basada en que todos salgamos beneficiados, desde el blog ellos se dan a conocer, a nosotros nos ayudan, y a los lectores les ofrece un 5% de descuento en sus productos, de esta manera todos salimos ganando, así que ¿cómo rechazar una oferta como ésta?

Además   de vez en cuando nos regalan algún que otro producto para que, con total libertad, hablemos y demos nuestras impresiones sobre ellos. Un ejemplo, este cuchillo japonés de Kai,de la  gama Shun premier, los mejores cuchillos de la marca. Nos ha encantado, no sólo porque son espectaculares a nivel estético, también porque es un cuchillo de una dureza impresionante y un filo increíble, de los que acabas usando a diario  porque es un placer mirarlo y tenerlo en la mano. Y, como buen producto japonés, cuida cada detalle; en la parte superior de la hoja podéis ver unas hendiduras que se hacen martilleando a mano cada cuchillo, una técnica tradicional de decorar y dar forma a metales típica de Japón (tsuchi-me), que le da un aspecto tan delicado y tan wabi-sabi.

Os dejo otra imagen del cuchillo sacada de la web de Lecuine:

Poco a poco irán incorporando nuevos productos en su tienda, como las ollas a presión de Kuhn Rikon, una de las mejores que hay en el mercado, así que estaros atentos.

Rollitos de dorada salvaje, albahaca y piel de cítrico con vinagreta vietnamita

Otro plato sencillísimo, y sólo hay que tener buena materia prima y un buen cuchillo. Limpiamos una dorada salvaje, quitamos todas las espinas y la piel y cortamos el láminas de unos 15 cm de largo y unos 3 mm de grosor. Colocamos sobre papel film unas 7 láminas para cada rollito, añadimos unas hojas de albahaca, piel del cítrico que más te guste en una juliana muy muy fina asegurándote de que no quede nada del alvedo (la parte blanca de la piel) y enrolla como si fuera un maki.

Ya sólo queda cortarlo el 5 ó 6 piezas, retirar el papel film y servir con una nuoc cham (salsa de pescado, algo de picante, ajo, lima, azúcar y agua) para mojar el rollito, para que despierte aún más los sabores. Hicimos una primera prueba con salsa de soja y otra con ponzu y me gustó mucho menos. Ah, y está decorado con unos brotes de sisho que están empezando a salir en la terraza.

El resultado, un plato sencillísimo, con sabor, pero sin que el pescado quede en segundo plano. Me encanta la fuerza que le aporta el chiai (el músculo central – más oscuro por estar más ejercitado) al platillo y estéticamente también gana.

Influencia de temperatura en la contracción del músculo en lenguas de pato

Las pruebas las hicimos mientras elaboramos un pequeño aperitivo de lenguas de pato, pero el ejemplo es válido para otras carnes. Y para el que no haya probado carnes a baja temperatura, creo que este post le va a convencer.

En la foto superior podéis ver las lenguas, todas de idéntico tamaño antes de cocerlas.

Luego cocí una parte a 70ºC/ 7 h. y otra en agua hirviendo. Como podéis ver (porque salta a la vista), las cocidas a 70ºC (izda) tienen un tamaño mucho más grande, casi un 1/3 mayor que las hechas a 100ºC. Y en cuanto a textura, la cocción más delicada también gana: quedan más tiernas y jugosas. Fijaros que la temperatura es bastante alta y a pesar de eso, la diferencia entre las dos cocciones es considerable.

Cito a McGee de memoria (La cocina y los alimentos) “la carne empieza a contraerse a partir de los 50ºC, llegando a una contracción total del músculo cuando llegan a los 85ºC.

Y Douglas Badlwin cuenta: Entre 50ºc y 55ºC (Neklyudov, 2003 ) el colágeno empieza a disolverse en forma de gelatina y las fibras musculares que se mantenían unidas fácilmente se consiguen separar. Además por debajo 60ºC hay enzimas que pueden hacer la carne más tierna si se mantiene la temperatura durante más de 6 horas (Tornberg, 2005). Por eso una pieza de ternera cocinada en un baño entre 55 y 60ºC puede ser tan tierna como un solomillo.

Y aún más interesante, rizando el rizo, después sometí las lenguas a una fritura a 180ºC con dos tipos de rebozados, una tempura tradicional y otro mucho más aislante por dos motivos:

  • Porque tenía mucha más cantidad de gas (en sifón cargado con CO2)
  • Y porque una parte del líquido era vodka. Como el alcohol evapora mucho más rápido que  el agua, dora el rebozado antes y no sobrecuece el interior (pasa mucho menos tiempo en el aceite).
En los dos casos la diferencia de contracción se mantenía incluso después de la fritura. ¿Por qué, si el aceite estaba a 180ºC? Muy sencillo, el agua presente en el rebozado crea una barrera que aísla el producto de las altas temperaturas de la fritura; mientras se evapora, el agua en estado líquido nunca superará los 100ºC y por lo tanto funcionará como aislante. Eso sí, las lenguas con el rebozado más aislante aguantaron mucho mejor.
Y volviendo al plato, a pesar de ser muy atrevido, encantó a todos los que lo probaron (lo hemos servido en 3 cenas clandestinas).Decidí hacerlo después de comerlas en un restaurante chino en París que las servían con una especie de tempura deliciosa y crujiente, un aperitivo para chuparse los dedos (la foto es horrible, la única excusa es que la hice con el móvil rápidamente).

 

Pero no os voy a engañar, las lenguas de pato dan muchísimo trabajo. En las tiendas asiáticas se suelen encontrar con una especie de cuernos que sobresalen del extremo opuesto a la punta de la lengua, que hay que quitar cortando con un cuchillo justo en el extremo que separa la lengua del resto de la carne. Por dentro tienen un hueso largo que mantiene la lengua recta y un extremo cartilaginoso que permite que la punta se mueva. Normalmente esa parte no se retira – por lo menos en los restaurantes asiáticos que conozco, pero cuando las hago en casa me gusta dejarlas totalmente limpias, como en la foto:

Una vez cocidas, tirando del extremo final sale todo el hueso junto con el cartílago de la punta. Luego las rebozamos y las acompañamos con dos tipos de salsa:

  • Una más vietnamita: sal, pimienta negra vietnamita  y jugo de lima
  • Y un ponzu japonés.

¡¡De-li-cio-sas!!

En la foto aparecen 2 lenguas con el rebozado y una tercera que freí hasta deshidratarla para que quedara crujiente y aportara un contraste con las otras: