Una vez oí decir a un gran cocinero mientras hacía una demostración con trufa que, cuando usas este ingrediente, casi es mejor oler el plato terminado que tomártelo. Y tenía toda la razón, la trufa es un ingrediente con un aroma potentísimo, pero que prácticamente no tiene sabor: ni es salado, ni dulce, ni ácido, ni na de na. Y su textura no es de lo más agradable que hay. Por eso creo que es necesario aprovecharse de su aroma y combinarla con ingredientes que aporten otras dimensiones hasta conseguir un plato y no sólo un ingrediente acompañado de otros. Es como si la trufa fuera un ente sin cuerpo al que hay que darle corporeidad al cocinarlo.
Éste quedo fenomenal porque, a pesar del intensísimo aroma de la trufa, no ocultó el sabor del pescado en ningún momento, pudiendo reconocer perfectamente el sabor del pulpo a la vez que el aroma de la trufa. La salsa está hecha con una pasta italiana a base de trufa de verano y champiñones y aliñada con aceite de oliva virgen extra, salsa de soja y lima (es increíble lo bien que combina la salsa de soja con la trufa y la acidez le va que ni pintao). Un plato exquisito de verdad.