Nunca me olvidaré de la primera vez que tomé guisantes crudos en St. John’s, una gran noche – tanto por lo que comimos como por la gran compañía y lo bien que lo pasamos. Me sorprendieron muchísimo – no puede haber nada más simple y si son buenos, tampoco puede haber nada mejor, con ese sabor fresco, casi herbáceo que tienen, que los hacen deliciosos y esa textura crujiente que tienen.
Sólo hay que servirlos bien fresquitos en sus vainas para que cada uno abra los suyos para acompañar una cerveza bien fresquita de aperitivo. Después de esto nada puede ir mal, sin duda un presagio de una gran comida.
A disfrutar.
Dube says:
14 diciembre, 2015 at 08:52
Esto me recuerda a las habas frescas y salaíllas que ponen en las Cruces granadinas. La verdad es que son aperitivos que enganchan…