Nadie habla de este restaurante en Madrid, pero a mí me sigue pareciendo uno de los pocos vietnamitas que merece la pena de la ciudad. Puede que esté un poco pasado de moda, el edificio en el que se encuentra tampoco ayuda demasiado. Está situado en los bajos de un edificio de oficinas en María de Molina 4, esquina con Castellana, pero una vez que entras te transporta a otro sitio totalmente distinto:todo te recuerda a los restaurantes de lujo de Vietnam, decorado con muy buen gusto y muy, muy agradable. Sólo falta entrar y encontrarte el aire acondicionado a todo meter y un frío espantoso y seco cuando llegas de un calor húmedo y sofocante para imaginarte que estás en Vietnam.
Siento no poderos dejar las fotos, pero me da rabia atender a otra cosa mientras estás disfrutando de la cena y de la compañía. Tomar fotos es un poco como un coitus interruptus gastronómicus.
He comido ahí varias veces y esta vez no fue una de las mejores.
Tomamos 3 platos y dejamos otro a medias porque ya no podíamos más y además no estaba muy allá. Os comento todo lo que tomamos:
Nem de pato: es igual que los Goi Cuon que hice pero con pato en vez de cerdo y sin gambas. La presentación fue espectacular, perfectamente cortados como si fueran unos makis, la verdura en una juliana impoluta, el pepino sin la pulpa central y muy bien cortado y aromátizados con menta y cilantro. Vamos de 9, que hubiera llegado al 10 si hubieran usado una lechuga más crujiente. Se tomaba mojando en una salsa ácida, dulce, salada y ligerísimamente picante: salsa de soja dulce, vinagre, algo de picante y ajo muy picadito.
Delicias de ternera a la plancha (deberían revisar el nombre, huele a chino de barrio): eran unos dim sum de pasta de arroz perfectos y sin ninguna pega. Cocidos primero al vapor y dorados luego a la plancha mezclando la húmeda textura de bollito al vapor con la base, sabrosa y crujiente.
Langostinos con pimienta de Sichuán: langostinos pelados y rebozados, aderezados con cebollino chino, lima, guindilla que casi no picaba y una curiosidad, la pimienta estaba frita, no tostada en seco. Tenía un sabor mucho más ahumado/ quemado perdiendo lo aromático de la especie, que también me gustó.
Y las costillas de cerdo a la miel: demasiado caramelo, demasiado dulce y demasiado fritas. Duras y contraídas por el calor excesivo del aceite. Probamos 2 cada uno y se llevaron el plato.
Arroz blanco con aroma de coco: por aroma uno se imagina que tendría un pequeño toque, pero llegó apelmazado con un montón de leche de coco. Demasiado intenso y nada ligero. Una pena. Os recomiendo pedir arroz blanco normal.
Así leído y con este final no parece demasiado positivo, pero los nems y las blositas de arroz a la plancha fueron geniales y las gambas menos, pero también.
Otro defecto es que nos sirvieron a toda velocidad, lo que me da muchísima rabia, no me gusta comer en 50 minutos cuando lo que quiero es estar tranquilo y disfrutando de la noche.
Bueno, en definitiva, que volveré, pero probablemente pida más primeros que segundos platos.
Os dejo el teléfono y la dirección. A propósito, acabo de enterarme que han abierto otro en Café Saigón en el Meliá de Capitán Haya.
María de Molina, 4 (esquina Castellana, 6)
Metro: Gregorio Marañón.
Precio: de 35 a 50 euros.
Tfn: 91 563 15 66.