Para mi este es uno de los finales de comida más agradables que hay, sobre todo si esta ha sido copiosa o grasa. Además es tan, tan fácil…
Tiene 2 ingredientes que pocas veces se nos ocurrirían añadir a un postre, pero os aseguro que funcionan a las mil maravillas:
El aceite de oliva le da una untuosidad y un sabor muy interesantes. Y los cristales de sal cuando se rompen en la boca explotan y de repente te encuentras con un sabor mucho más intenso… merece la pena probar.
Ingredientes:
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½ litro de sorbete de limón industrial de buena calidad
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Una bolsa de puré de maracuyá (de Nativo)
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½ maracuyá fresco por persona
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Cristales de sal
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Aceite suave y afrutado (por ejemplo aceite de arbequina, o Dauro)
Preparación:
Mete el sorbete en el micro el tiempo suficiente para que se reblandezca un poco. Mezcla con un vaso americano o una turmix con el puré de maracuyá descongelado (también lo puedes hacer con el puré congelado, quedará menos mezclado y te encontrarás cristales en la mezcla, lo que también puede resultar interesante).
Presentación:
Pon la mezcla en un plato sopero, añade la pulpa y las pepitas de medio maracuyá un chorrito de aceite de oliva y justo, justo, justo antes de servir añade los cristales de sal (si no se funden y pierde toda su gracia).