Foto: ¿a que parecen caramelos estos rabanitos?
Como llevo poco tiempo fermentando verdura y todo esto de la fermentación anaeróbica (en ausencia de aire) me intimidaba un poco, estuve dando vueltas hasta encontrar un método fácil que evitara el contacto de la verdura con el aire y se me ocurrió este – me imagino que no es nada nuevo, pero para mi lo es.
Las otras alternativas que he descubierto en The Art of Fermentation, la biblia de todo lo fermentable del enormísimo Sandor Ellix Katz (echad un vistazo a su blog, merece mucho la pena) – como botes o vasijas con piedras para presionar las verduras y que no entren en contacto con el aire – me parecieron complicadas y dan la sensación de que no son tan efectivas para reducir el riesgo de contacto de la verdura con el aire. Esto puede aumentar el peligro de que crezcan hongos en la superficie, que, aunque no parecen ser peligrosos, sí pueden disminuir la calidad del fermento y ablandar la verdura.
Con este sistema lo fácil se hace aún más fácil y además sirve prácticamente para cualquier verdura:
- Limpia, por ejemplo, unos rábanos,
- córtalos en rodajitas,
- echa en una buena bolsa de zip, de las de doble cierre,
- añade sal – sala un poco más de lo que harías normalmente. Y si quieres más precisión, entre un 1.5% y 2% sobre el peso total de las verduras.
- Deja que vaya soltando poco a poco su agua – unas 3 horas. Si ves que necesitan un poco más hasta cubrirlos, echa un poquito de agua de grifo hervida y ya fría (si no el cloro del agua limitará el crecimiento bacteriológico).
- Cierra la bolsa dejando abierto un extremo,
- sumergela en una olla llena de agua, dejando fuera el extremo abierto. Así la presión atmosférica irá expulsando el aire
- hunde un poco más y cuando cuando casi no quede aire, cierra.
- Déjalo fermentar en un lugar alejado de la luz directa.
- Una fermentación ligera necesitará al menos 2 días y una más larga puede requerir, semanas, meses – incluso años.
- Ve probando de vez en cuando, poco a poco se irá acidificando (cuidado, en verano fermentará mucho más rápido).
- Cuando quieras frenar el proceso, transfiere a la nevera.
- Y no te preocupes si ves que burbujea o que la bolsa se hincha, es el CO2 que se produce durante la fermentación. Fermentar viene del latín, hervir, por las burbujas que ocurren.
- Al fermentar en ausencia de aire (ferm. anaeróbica) se impide el crecimiento de otros organismos que lo necesitan para sobrevivir, especialmente de los agentes que causan descomposición.
- Todas las verduras tiene bacterias ácido lácticas (BAC) en su superficie. En cuando se cortan, aumenta la superficie disponible (su sustrato) para su crecimiento y empiezan a reproducirse en un entorno propicio (anaeróbico).
- Estas bacterias producen ácido láctico como desecho metabólico de la fermentación de los carbohidratos, proceso que disminuya el PH (aumenta acidez), lo que hace el sustrato inhóspito para la supervivencia de otras bacterias y hongos.
- También producen alcohol y ácido acético lo que hace el sustrato aún menos disponible a otras bacterias.
- La sal también disminuye el tipo de bacterias que puedan crecer, dando de nuevo ventaja a las BAC.
Además la sal aporta otras propiedades:
- Extrae agua de la verdura mediante ósmosis.
- Aporta una textura crujiente a las verduras.
- Y frena la fermentación y la actividad encimática.
- Mientras mayor sea la cantidad de sal que utilices, más tiempo tardará en fermentar.
- Aunque se puede fermentar casi a cualquier temperatura, Sandor cuenta en su libro que la temperatura ideal está entre 18 y 21ºC y da lugar a fermentos de mayor calidad.
- Aunque ni mucho menos sea el medio ideal incluso se puede fermentar en la nevera, pero como el frío es un «agente que frena la producción bacteriana» el producto tardará una eternidad en estar listo.
- A temperaturas superiores a 21ºC, la velocidad de fermentación aumenta exponencialmente y la calidad del producto final se puede ver afectada. Para frenar la velocidad se suele añadir más cantidad de sal.