Tartar-ensalada de vieiras, nuestra pócima contra el sol

Este es un grandísimo aperitivo para días como hoy, cuando nuestro astro sol empieza a hacerse más y más presente y no nos queda más remedio que intentar exorcizarlo. Proponemos nuestra pócima personal: fresca, fresquísima, ligera y sabrosa, infalible contra ese ojo pineal. Hasta la foto es refrescante.

Para prepararlo, no necesitas mucho, unas 6 vieiras grandes, la parte carnosa de medio pepino pequeño y medio pomelo, todo cortado en dados de medio centímetro y aderezado con cilantro bien picadito, el jugo del cítrico antes mencionado, un poco de vinagre de vino blanco, algo de picante y sal. Y para contrastar con la suavidad y el dulzor de las vieiras crudas, como guiño inevitable a nuestro deslumbrante, un poco de salsa XO, hecha con vieiras secadas al innombrable (de venta en supermercados asiáticos, las vieiras, no el otro).

Para que la pócima surta efecto, tiene que ser fresquísima, notarse el dulzor de la vieira cruda, la intensidad de la seca, resultar algo picante y ligeramente ácida.

Nota: no dejes que los ácidos interactúen más de un minuto o dos con el resto de los ingredientes o perderá sus poderes mágicos.

Ah, y bébete su leche de tigre (su juguito, vamos). Dejarla es un pecado – mortalísimo.

Tiradito de pulpo crudo en láminas finísimas

Otra forma de tomar pulpo – muy distinta a la habitual. Tiene una textura mucho más dura, pero es muy interesante. A mi me encanta siempre y cuando el pulpo sea fresquísimo. El truco fundamental está en que las láminas sean como papel de fumar.

Para prepararlo, con un cuchillo retira la parte de las ventosas y poco a poco quita el resto de la piel que rodea al músculo del tentáculo.

Cuece la piel junto con las ventosas.

Corta láminas lo más finas posible para que luego sea agradable en boca, las mías son tan finas que se ve el color del plato a través.

Para esto necesitarás un cuchillo muy muy bien afilado y si es uno de sashimi (o yanagiba en japonés), mejor que mejor. El mío es un Kai de la gama Shun de 27 cm. Es una auténtica pasada, no te puedes imaginar cómo corta – aunque se puede intuir por el laminado.

Monta el plato como más te guste y sirve la salsa o por encima o sobre las ventositas, queda muy original. Mi salsa estaba hecha con lima, salsa de pescado, aceite de arbequina y yuzu kosho.

 

Tés chinos (y otros) infusionados en frío

Tomamos té frío durante todo el año, pero ahora, más que nunca,  es cuando realmente apetece. Para prepararlo sólo hay que llenar una botella de agua a temperatura ambiente, echar en una bolsita la cantidad habitual de té de una infusión tradicional y dejarlo fuera de la nevera unas 8 horas (no pasa nada si te excedes hasta 12 horas, más puede amargar). También puedes infusionar en la nevera para que cuando esté a tu gusto ya esté frío, pero tarda un poquito más. Luego puedes volver a usar el té para nuevas infusiones – hay tés chinos como el Phu er que se pueden reutilizar hasta 9 veces.

A nosotros nos gustan tal cual, pero si prefieres, puedes aderezarlos con azúcar, piel o zumo de cítricos. La menta y albahaca también son grandes aliados.

La principal diferencia entre este proceso y el té infusionado en caliente – a parte de la temperatura – es que su sabor es más suave, es menos astringente y tiene notas que recuerdan más a frutas y hierva fresca (salvo si utilizas té negro). Harold McGee explica aquí que los tés infusionados en frío también suelen contener menos cafeína, lo que te permitirá disfrutar de esta bebida suavemente aromatizada en grandes cantidades sin que te lleve Al borde el un ataque de nervios.

De todos los tés que utilizamos, los que más nos gustan son los chinos – grandes desconocidos en España. Son muy variados y dentro de cada tipo hay innumerables matices. Aunque es verdad que también entre los tés japoneses te puedes encontrar auténticas maravillas.

Los que más nos gustan son los long jing y los wolong (o oolong wu long).

Los primeros son tés verdes, deliciosamente frescos – sobre todo si son de la última cosecha. De hoja larga y fina y color verde intenso, es uno de los tés que se consumen más a menudo en China.  Para conservarlos hay que guardarlos en la nevera, de otro modo oscurecen rápidamente y pierden su delicado sabor fresco. Si te intentan vender té que ha pardeado, no lo compres.

Hojas de long jing

El oolong es un té semioxidado, a mitad de camino entre los negros y los verdes. Se deja oxidar parcialmente  (y no fermentar, como se piensa; el único té que fermenta es el puh er) y se cuece al vapor para detener su oxidación (a los tés verdes se les aplica este proceso inmediatamente después de la recolección para evitar que pardeen). Su sabor es más intenso que el de un té verde, con más carácter y más matices. Dependiendo de las variedades, pueden estar más o menos oxidados – en Occidente se suelen preferir los más oscuros, aunque a nosotros nos gustan más los menos oxidados, nos parecen más frescos, con un sabor más limpio. Uno de los que más fama tiene es el oolong de las montañas de Taiwan.

Un ejemplo de un oolong con poca oxidación. 

Esta variedad casi siempre se presenta con sus hojas prensadas en forma de pequeñas bolitas.

Más oscuro, por lo tanto algo más oxidado

 

Otros tés que nos gustan: 

Japoneses – suelen ser más amargos que los chinos:

  • Genmaicha:  el arroz tostado aporta notas deliciosas que recuerdan a frutos secos.
  • Sencha: también delicioso, de aroma sutil y también amargo.
  • Matcha: té en polvo; si es fresco (se tiene que conservar en la nevera) es delicioso. Me encanta su fuerte amargor.
  • Gyokuro: un té delicioso, para tomar poco a menudo por su altísimo precio. Tiene un sabor que recuerda claramente a algas. De una delicadeza inigualable, lo he probado no más de 15 veces y nunca me olvidaré de su aroma a mar.
  • Té de cebada: un té sin hojas de té. Sólo lleva cebada con distintos grados de tostado. Delicioso y barato. En Japón se considera un té para tomar en verano, a menudo se sirve muy frío.

Otros tés chinos:

  • Puh er: delicioso para tomar de vez en cuando, estos tés fermentados tienen un sabor extraño a tierra y alcanzan precios desorbitados (en China se le llama té negro y aquí té rojo, así que cuidado con las confusiones).
  • Té con gingseng: tiene un interesantísimo sabor refrescante que recuerda al jengibre, delicioso. Suele ser relativamente barato.

Tés negros:

  • Los negros también nos gustan aunque los utilizamos con menos frecuencia, por ejemplo, el té inglés tipo Breakfast nos atrae por su intensidad, aunque precisamente por ese motivo los tomamos poco.

Otros tés aromatizados:

  • Nos encantan los Earl Grey, aromatizados con bergamota, por su aroma cítrico y su frescor.
  • Hay un té que nos gusta mucho y nos recuerda al Earl Grey con piel de 7 cítricos de la marca francesa Le Palais de Thés (tienen versión wolong y versión té negro; las dos deliciosas). Se vende en el Club del Gourmet de ECI.
  • Lapsang Souchon: tés fuertemente ahumados de sabor muy potente. A veces los rebajamos, mezclando con otro té para reducir su aroma a humo o utilizamos muy poquito.

Chả Cá, mezcla de sabores perfecta

Fragante. Me parece la palabra más adecuada para este plato.

Intrigante. También le pega de maravilla.

Desde que le hice este plato, ya ha entrado en el “top 10” de los platos favoritos de toda la vida de Íñigo. Le vuelve loco cuando se lo come! 😉 Probar este plato podría ser uno de tus mejores recuerdos gastronómicos de tu vida y una razón para ir a Vietnam. ¡Y no estoy exagerando! Hoy te invito a viajar hasta Hanoi, al norte de Vietnam,  donde este plato de pescado blanco has sido popularizado.

El Cha ca, (también llamado Cha ca la vong como el restaurante que lo hace en Hanói) es un plato con pescado blanco, cúrcuma, eneldo, pasta de gambas fermentada, salsa de pescado y galangal. Esta combinación hace que el plato sea muy vietnamita (por el Mam tom, la pasta de gambas fermentada) pero al mismo tiempo tiene una mezcla de hierbas aromáticas y raíces como el eneldo y el galangal que no se suelen usar mucho en la cocina de este país.

La receta que te ofrezco es una adaptación que se acerca bastante de la tradicional. No lleva el Mam tom (pero se puede encontrar fácilmente en tiendas china en Madrid o Barcelona) y además, usé galangal y cúrcuma frescas y no en polvo, que es más potente de sabores para mí.

Ingredientes, para 4 pax:

  • 800 g de mero
  • 3 dientes de ajo picado
  • 1 cucharada de cúrcuma molida o rallada
  • 1 cucharada de galangal rallado
  • 1 cucharaditas de polvo de curry
  • 2 cucharas de yogurt
  • 3 cucharas de salsa de pescado
  • 2 cucharas de azúcar
  • 3 cucharadas de aceite vegetal
  • 1 manojo de eneldo
  • ½ limón

Opcional: cebolleta, cacahuetes, albahaca tailandés, y… ¡guindillas par los que aguantan! que para mí es muy importante añadir esta otra dimensión de sabor

Preparación:

Podemos dividir la receta en 2 partes:
– El adobo (preparado con antelación un par de horas)
– Los acompañamientos (fideos de arroz, chalotas encurtidas, cacahuetes)

  • Corta el mero en trozos de 2×2 cm approx.
  • Coloca en un cuenco y añade ajo, cúrcuma, galangal, curry, yogurt, salsa de pescado, azúcar, ½ ramillete del eneldo, una cuchara de aceite y mezcla bien. Aconsejo de usar guantes si tienes que rallar cúrcuma fresca. Cubre y deja marinar en el refrigerador durante 1 hora.

cúrcuma fresca rallada con microplane

  • Las chalotas: córtalas en rodajas finas, ponlas en un cuenco y cubre con vinagre de arroz u otro vinagre no muy fuerte.  Deja reposar en la nevera entre media y una hora.
  • No hay nada especial que hacer con los cacahuetes ¡a menos que tenga que quitarles la cáscara!
  • Corta en  rodajas los tallos de cebolleta (la parte verde).
  • Para cocer los fideos de arroz, sigue las instrucciones del paquete.
  • Calienta una sartén grande a fuego fuerte. Añade el resto del aceite y cuando está caliente cuece el pescado hasta que esté hecho. Retira el pescado, exprime el jugo de limón por encima y añade el resto de las hierbas aromáticas

  • Para servir, en Vietnam cada persona “se hace su bol”: llenándolo de los fideos de arroz, pescado, cacahuetes, chalotas, etc.


Comentario:

¡HAY que probarlo! En Paris, New-York, o Vietnam está en la carta de algunos restaurantes… ¿y dentro de poco en tu casa también? El Cha ca te dejara un recuerdo gastronómico inmemorable…

Por supuesto usar mero no es obligatorio, se puede usar cualquier pescado blanco que aguante bien la cocción y que no se deshaga mucho, tipo rape. También se podría con bacalao, no es lo mejor… ¡pero sale igual de sabroso! 😉

Sopa fría verde

Para variar un poco de los buenísimos salmorejos y gazpachos, te aconsejo probar, si todavía no lo has hecho, ésta sopa de pepino. ¿Te  apetece hacerla en casa un día para tener un entrante refrescante? ¡Fácil! En ésta recetita todos los ingredientes se encuentran en cualquier mercado sin problema. 😉

Bueno no hay mucho más que decir, la sopa se puede hacer con antelación y por supuesto puedes modificar los ingredientes o las hierbas aromáticas a tu gusto o según lo que tengas en la nevera.

Ingredientes:

  • 2 Pepinos
  • 3 ramas de apio
  • 1 calabacín
  • ½ cebolla mediana
  • 1 diente de ajo pequeño
  • 1 puñado de hojas de cilantro
  • 1 puñado de hojas de perejil
  • 2 yogures natural
  • Sal
  • Vinagre de jerez
  • AOVE

Preparación:

¡Seguro que nadie necesita las indicaciones de preparación!!

(Lava las verduras, corta en trozos, tritura todo y aliña como quiera…)

¡Cuchillos santoku!, pero ¿por qué un santoku?

  1. Aunque sea el motivo más superficial (y nunca mejor dicho), por razones estéticas, me encantan su forma, tan delicada, con ese punto ligeramente exótico que tiene.
  2. Su versatilidad:  es el cuchillo multiusos japonés, equivalente a un cebollero, solo que es un poco más pequeño y con un filo con una curvatura menor.
  3. Facilidad de uso:  como es increíblemente fino, prácticamente no pesa y es muy cómodo de usar.
Grosor impresionantemente fino, fíjate en el filo, parece quirúrjico
  1. Su menor curvatura todavía permite el movimiento de «cuna» necesario para picar, trocear y laminar «a la occidental», pero tiene un menor recorrido que el de un cuchillo de chef – inconveniente  menor – porque uno pronto se acostumbra a la diferencia. Pero si quieres un cuchillo tan fino y delicado como uno japonés y quieres tener las ventajas de una curvatura europea, tu cuchillo es un Gyutou.
  2. La hoja: Para compensar su menor grosor y evitar que el filo se deteriore,  suelen estar hechos de un acero más duro (foto superior). Los mejores se hacen con aceros laminados que, al prensarlos entre sí mientras se moldea el instrumento, producen dibujos delicadísimos. Las tradicionales se hacen con aceros mucho más duros que el acero oxidable, por lo que necesitan un mayor cuidado – básicamente mantenerlo seco en la medida de lo posible y darles una pequeña capa de aceite si no se van a usar durante un tiempo.
  3. El filo: mientras que el filo de un cuchillo occidental tiene un grado de 22-23º, este cuchillo tiene la mitad, entre 12 y 15º, lo que hace que corte casi como un bisturí (ver foto anterior).
Y con esta pequeña obsesión, ya tengo una pequeña colección.

La primera vez que fui a Japón no me pude resistir y una de las pocas cosas que me traje fue este santoku que compré en Kamata, una de mis tiendas de cuchillos favorita de Tokio en Kappabashi, una calle repleta de tiendas con todo lo que un restaurante pueda (o sueñe) con tener.

Se pueden observar las aguas que forman las distintas capas de acero

Este año pasado volví a Japón y me hice con mi segundo santoku, con un diseño mucho más clásico y que compré en Aritsurgu, una tienda del mercado de Kioto (también venden una selección de sus cuchillos en los grandes almacenes Takashimaya de Tokio, en Nihonbashi), que descubrí en mi primer viaje y me fascinó. Ni tienen web, ni quieren tenerla, así son de  tradicionales. Tanto que la compañía lleva activa 400 años – es uno de los fabricantes más antiguos que todavía existen en Japón que empezó fabricando katanas para samurais. Tienen fama de hacer uno de los mejores cuchillos japoneses que se puedan comprar y a unos precios que no son desorbitados.

 

Al igual que este, todas las empuñaduras se hacen con madera japonesa y, en el encuentro entre madera y acero, termina con una pieza de cuerno de búfalo. El cuchillo de la foto tiene una parte central hecha de acero muy duro y resistente, pero es oxidable. Para protegerlo y que sea de fácil mantenimiento, lleva un recubrimiento exterior en acero inoxidable. Así sólo hay que cuidar el filo y asegurarse de que se mantenga seco.

 

Y el tercero de mi colección llegó hace poco, un cuchillo de Shun Premier de Kai pequeñito, tan pequeño que la hoja sólo mide 14 cm. Probablemente sea el más elegante de todos. Brillante, precioso, con el dibujo que forman las láminas de acero al forjarse y con el precioso martilleado en la parte superior, que le da esa forma tan clásica de la estética japonesa. Y de fácil mantenimiento.