Parece mentira que un plato tan sencillo como este esté tan bueno. Nada más que decir. Sí señor.
Hace mucho que no tomaba esta ensalada tan buena que me recuerda tanto a mi infancia y hoy, no sé por qué, me he levantado obsesionado con tomarla, y ni corto ni perezoso, me fui al super a comprar todos los ingredientes. Es deliciosa, aromática y muy muy fresquita y ¡qué bueno está el apio en ensaldas! Y por muy clásica que sea no deja de ser increíblemente original. ¡Me encanta!
Normalmente lleva mayonesa, pero preferí hacerla con una vinagreta de yogur «escurrio», vinagre neutro, jugo de lima, salsa de soja, sal y un chorrito de aceite de oliva
Y a veces lleva uvas, yo en este caso la hice con uvas encurtidas carseras, que las hace algo más ácidas y le dan un punto más «vivo» a la ensalada.
Esta es una de mis ensaladas favoritas. Fresca aromática y facilísima. Y además así ayudamos a darle un empujón al pepino español.
Ingredientes:
Buenísima, fresquísima, sabrosa y aromática. El único aporte ligeramente graso venía de la lengua con su textura entre gelatinoso y graso que no hay quién la resista…
Nada, que esta ensalada me ha salido más francesa que nada; e incluso así está buenísima. Y qué contaros de las mollejas de pato que no os haya contado antes, nada más que no te puedes morir sin haberlos probado, gelatinosos, sabrosísimos… una auténtica delicia.
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Este es un platazo increíble, una preparación injustamente olvidada del repertorio gastronómico madrileño. Yo sólo lo he tomado en casa, lo probé por primera vez hecho por mi madre y nunca lo he visto en restaurantes, no sé por qué, porque es de lo más delicioso que he tomado y muy, muy original.
La salsa lleva una picada más propia de Cataluña que de Madrid (además, seguro que tiene un origen árabe), con almendras, ajo y yema de huevo, que recuerda sorprendentemente a la textura y sabor de unas natillas, pero con la deliciosa adición del azafrán, una especie tan buena y tan poco usada en nuestro repertorio cuando salimos de las paellas. Y este no se limita a aportar su color, da un sabor increíble y delicioso; pero para que esto pase hay que añadirlo en el último momento y dejarlo cocer sólo durante unos instantes, si no su aroma irá a parar irremediablemente al aire y nunca llegará a nuestro plato. Siempre que tomo platos donde el prota es el azafrán pienso en por qué no se utiliza para postres, su aroma pega tanto con el sabor del dulce que es increíble. Hace muchos años solía hacer un helado de azafrán que era una pasada, tengo que repetirlo.
Esta es una adaptación libre de la receta de la Marquesa de Parabere en la que me he basado, sin harina y con menos grasa, y con un aspecto más actual. En vez del guiso tradicional, la salsa aparece concentrada y como acompañante, dando untuosidad al plato, sin que el sabor de la gallina quede en un segundo plano. [Seguir leyendo…]