Nubes de lima congeladas

Aunque se puede tomar antes del postre, a mí me gusta mucho más para empezar una comida porque su acidez te hace salivar y te prepara para el resto de la comida.

Y tiene una textura muy sorprendente que a nadie le deja indiferente es una nube con la gracia adicional de los cristalitos crujientes.

Ingredientes:

  • 240 gr de azúcar
  • 270 gr de zumo de lima
  • 270 gr de agua
  • 18 gr de gelatina

Preparación:

Pon las láminas de gelatina en remojo.

Calienta el agua y el azúcar y cuando se haya disuelto, añade las hojas de gelatina escurridas. Espera a que esté templado y echa el zumo de lima.

Ahora tienes dos alternativas:

  • Enfría en la nevera hasta que cuaje (unas 3 horas). Una vez gelificado, monta con una batidora hasta que forme una espuma densa y blanca (antes de batir tiene un color amarillo translúcido).
  • O la versión más rápida: añade la mezcla en un sifón, mete una carga de gas y a la nevera 3 horas.

Luego, vierte sobre en un molde cubierto con papel sulfurizado para que no se pegue y congela.

Una vez congelado, corta en dados o como más rabia te de. Y a comer congelado.

Voilá!

¿¿¿Caldo oscuro de pollo con leche desnatada en polvo???

Pues sí, hace poco estuve viendo un capítulo de How to Cook Like Heston en el que hacía caldo de pollo nada más y nada menos que añadiendo leche en polvo. Y os preguntaréis, ¿para qué? Al parecer, y por lo que he podido comprobar en mi cocina, la leche en polvo potencia la reacción de Maillard (las reacciones que ocurren cuando se doran las proteínas y azúcares presentes en alimentos), multiplicando el sabor del pollo y por tanto, el del caldo. No parece ser algo totalmente nuevo, estuve hablando de este tema con Enrique de Dorar no sella y me pasó un link de Egullet donde contaban que los panaderos llevan añadiendo leche en polvo a sus masas durante décadas precisamente por este motivo; la leche en polvo hace que el pan quede más tierno y da un dorado más uniforme, aumentando el sabor a través de las reacciones de Maillard. Podéis ver algo más de información en un pdf (sorry, en inlgés).

Los que me seguís sabréis de mi obsesión por el pollo y, más aún por los caldo, así que imaginarios la alegría. Al día siguiente fui directo a comprar una carcasa y un kg de alitas para hacer pruebas en casa.

El proceso:

  • Pon las alitas en una fuente o bandeja de horno y espolvorea un poco de leche en polvo por encima con la ayuda de un colador.
  • Dora en el horno durante una hora a 200ºC, dándoles vueltas cada 20 min para que cojan un color uniforme.
  • Y luego cuece en olla rápida durante 2 horas junto con el resto de ingredientes.

Los ingredientes que utilicé para el caldo:

  • Caramelicé una cebolla y 2 zanahorias con bicarbonato,
  • Dos dientes de ajo y un dedo de jengibre (ambos bien dorados),
  • Una pieza de anís estrellado, que junto con la cebolla incrementa el sabor cárnico del caldo
  • Un poco de sal,
  • Y para aumentar el umami:
  • Agua y todo a la olla a presión durante dos horas.

Congelé y luego clarifiqué descongelando el caldo.

Finalmente el caldo va bien caliente, en plan clásico total: unas gotas de Jerez seco y una yema, que se va haciendo mientras tomas el caldo, y al final del todo, a la boca y la yema revienta ploffff con toda su cremosidad. Brutal. Además, la adición del Jerez aumenta más aún la percepción del umami, lo que hace el caldo aún más delicioso.

 

Análisis de resultados:

Utilicé un “grupo control” de alitas sin leche para poder comprobar las diferencias (foto), que fueron muy llamativas. Al cabo de tan sólo 40 minutos las alitas con leche estaban completamente doradas (izda), mientras que las otras sólo estaban empezando a coger color.

El único inconveniente es que el proceso fue tan rápido que se quemó la base y no pude desglasar la bandeja de la tanda de alitas con leche. Una pena, con lo que me gusta el sabor del pollo desglasado.

Recomendación: no intentéis hacer la prueba si queréis luego tomar la carne, quedó tan seca que daban ganas de llorar.

Sabor del caldo:

El resultado, un caldo espectacularmente intenso de sabor y oscuro como pocas veces había visto. Y sin ningún rastro de sabor a leche.

Y si quieres saber más sobre caldos te recomiendo este post sobre cómo obtener caldos mejores y más sabrosos, uno de los más visitados del blog.

Un primer plato para navidad: cigalas, salsa intensa de zanahoria y avellanas casiquemadas

Esto no va de alta cocina sofisticada con sabores suaves, casi neutros, va de sentir y de activar todos los receptores posibles, es una orgía de placer, algo que se percibe a través de la mente, pero, como un orgasmo, se disfruta con todo el cuerpo. Aunque pueda parecerlo, no es sofisticado, no se puede tomar levantando el dedo meñique mientras te llevas la cuchara a la boca, es brutal, es primitivo, es animal.

Y a pesar de todo es tan fácil de tomar que gustará a todos. Y fácil no significa simple, al contrario, es delicioso precisamente porque tiene muchas dimensiones de sabor: dulce, ácido, caramelizado, tostado,  ligeramente picante, y sobre todo, el aroma tan placentero que tiene el marisco.

Un platillo buenísimo, con muchísimo sabor, tan bueno que se puede servir en nochebuena. Y no tiene demasiado trabajo, en menos de una hora lo tienes terminado.

La base de la crema se me ocurrió después de varias pruebas con la crema de zanahoria de MC, que, aunque me encanta, me resulta un poco pesada y grasa, y me parecie que mejora contrarrestando esta sensación con algo ácido. Además, la combinación de zanahoria con naranja siempre me ha parecido algo muy natural, no sólo por sus sabores, sino (y aunque sea un poco absurda la explicación) porque ambos comparten el mismo color. Reduciendo la cantidad de líquido convertí la crema en una salsa. Y ¿qué mejor acompañamiento que un buen marisco o un pescado blanco para esta salsa? Luego el resto salió rodado:

  • Unas gotas de aceite picante de Sichuán o chilli oil (lo puedes hacer en casa, comprarlo hecho en tiendas de productos asiáticos o simplemente sustituirlo por otro picante).
  • La cigala a la plancha – a fuego fuerte, dorada por fuera y casi cruda en el centro.
  • Avellanas machacadas a lo brutote y tostadas, casi quemadas en una sartén sin aceite para darle un punto interesantísimo de sabor.
  • Y los aromas frescos y refrescantes del perifollo – aunque también creo que podría ir genial con: cebollino / cilantro / menta/ pimienta de Sichuán.

Preparación de la crema: sigue el mismo proceso de caramelización en olla express (500 gr. zanahoria, 2.5 gr. de bicarbonato, 7 gr. de sal y un poco menos de mantequilla, 50 gr.). Luego tritura y emulsiona con unos 400 gr. de zumo de naranja recién exprimido hasta conseguir la consistencia de salsa. Como las naranjas eran demasiado ácidas, tuve que añadir un poco de azúcar – prueba hasta darle el punto que quieras.

Luego añade el resto de ingredientes y ya lo tienes. Fácil, ¿eh?